martes, 31 de julio de 2012

Noticiero Estudiantil #YoSoy132 - Tercera emisión

Redes sociales, activismo y derechos humanos. Entrevista a Dima Khatib

MÉXICO 132

En busca de la democracia


La Jornada.
Víctor Flores Olea
Martes 31 de julio de 2012

¿Pero quién la busca? Evidentemente, la gran mayoría de los ciudadanos del país, pero no así, en general, los responsables institucionales de buscarla, afirmarla, ampliarla y contribuir a hacer de esa búsqueda, en serio, parte de las conductas políticas inaplazables de la sociedad mexicana.

Pienso que hoy, como colectivo actuante, posiblemente el YoSoy132 sea el más cercano en esa búsqueda, el que de manera más lúcida ha visto las mentiras y simulaciones de que está construida nuestra vida pública. En ese sentido no deja de ser admirable que, otra vez, un conjunto de jóvenes esté a la vanguardia de lo que México requiere urgentemente en política, y en primer lugar la limpieza de las instituciones y, claro, de la gran mayoría de los medios de comunicación o de información. Digo otra vez porque en 1968 los jóvenes tomaron la estafeta y, aun cuando sufrieron tremendamente y pagaron su atrevimiento, muchos con su vida y con la pérdida de sus libertades, quedaron su gesto y su gesta grabados en la historia de México.

Pienso firmemente que hoy no se llegará a tales extremos criminales, pero pienso también que los de hoy no se quedan atrás de sus mayores de hace cuatro décadas en cuanto a lucidez y claridad de las conductas. Muchos dirán que carecen del radicalismo necesario: pudieran tener razón, pero los tiempos cambian y hoy son así las cosas; el radicalismo en general tal vez sea materia de otros grupos, por ejemplo de ciertas clases sociales y sus asociados, pero no se trata de poner a competir radicalismos, sino seguramente de subrayar algunas ausencias escandalosas de la vida pública en México, y una de ellas es fundamental: la falta de cualquier especie de “decencia” en los informadores de los llamados mass media, que son aspecto fundamental (o debieran serlo) de la cultura, de la civilización de hoy. Y también la falta de esa decencia en los organismos públicos que supuestamente coordinan los procesos electorales.

Mencioné la palabra “radicalismo”, que es el adjetivo que se adjudica y con el que se acusa a Andrés Manuel Lópeza Obrador: pienso, en efecto, que la vida política del país está infectada de “radicalismos”, pero no precisamente el de Andrés Manuel López Obrador, sino más bien el de la derecha, el de aquellos que sostienen a toda costa el statu quo de la sociedad mexicana. En el país ha habido cuando menos tres intentos de lograr por la vía electoral un cambio sustantivo en la dirección del país: 1988, Cuauthémoc Cárdenas; 2006, Andrés Manuel López Obrador, y otra vez AMLO en este 2012.

En los tres intentos los candidatos de la izquierda se han topado con un muro de granito de intereses que han hecho imposible su victoria, o que han dado concreción a una derrota que puede llamarse fraudulenta. ¿Cómo ha interpretado ese hecho una gran mayoría de la sociedad mexicana? Como una decisión de los poderosos de que no ha de pasar a la Presidencia una corriente que pueda calificarse de izquierda o reformista en serio. Sí, aparentemente se ha logrado la franquicia de los grandes intereses para que la izquierda gobierne la ciudad de México, pero no el país.

En realidad, este “no pasarán” encierra una gran provocación que tarde o temprano el país pagará con creces, porque hasta ahora la izquierda, en el fondo, ha acatado con relativa docilidad los obstáculos incluso ilegales o fraudulentos que se le han interpuesto, la “prohibición” de la derecha para ascender al poder. Pero todo tiene un límite, y ese límite podría ser el de variar sustantivamente la estrategia y dejar de lado la exclusividad que se ha otorgado a los procesos electorales y a las urnas para decidir que el poder es entonces más “accessible” por vía de las grandes movilizaciones populares, por decir lo menos, y no por la vía casi exclusiva del sufragio.

Hemos de decir, por lo demás, que ahora mismo no está definitivamente excluido que la discusión “institucional” se complemente o se fortalezca precisamente por vía de la presión popular, sacando al país de su modorra habitual y llevando la lucha política a otros extremos, precisamente el de las movilizaciones en aumento que realmente pongan en un dilema “límite” a las llamadas instituciones democráticas que, para decirlo con verdad, no han contribuido demasiado a desarrollar nuestra democracia (como se pretende) ni hacerla tangible y verdaderamente deseable para las grandes mayorías sociales. Cuando el silencio, el disimulo y la mentira se convierten en el modus operandi de las instituciones, ellas mismas se ponen la soga al cuello y definen el calendario de su caducidad o duración.

El YoSoy132 anuncia algo de las posibilidades abiertas en una elección que se “pudre” en las urnas. Sí, por supuesto, hay que probarlo ante tribunales, aunque hay que decir que jamás se probó ante los mismos la absoluta inequidad en que se desarrollaron los comicios en México durante más de setenta años, bajo la “dictadura perfecta” o bajo la “presidencia imperial del PRI”, según han dicho unos y otros.

Tal inequidad sigue existiendo sin ninguna duda y es nuestro mayor obstáculo hacia la democracia, como en esta elección de 2012, que no se reconoce ni acepta fácilmente, porque ha sido el “modo de vivir político” de los mexicanos durante demasiado tiempo. La profunda inequidad electoral que vivimos, también en 2012, es vista por las mayorías sociales como un inaceptable despojo, en tanto los beneficiarios de la misma, consideran que denunciarla y oponerse a ella es un ataque a nuestras costumbres políticas más arraigadas, como un verdadero atentado a muestras instituciones y a su raíz. El tema de la contestación, para los aprovechados, no se puede digerir.

No obstante, si de verdad se quiere avanzar en el camino de la democracia, y no sólo realizar cambios cosméticos, el tema central de la inequidad ha de reconocerse también por las instituciones electorales. Hoy parece difícil, mañana será inaplazable y ojalá no sea demasiado tarde.

lunes, 30 de julio de 2012

HABLANDO DE CARTAS .... !!!!!!

Carta abierta a Felipe Calderón

Proceso
Javier Sicilia
26 de julio de 2012

Felipe Calderón, titular del Ejecutivo.
Foto: Octavio GómezQuerido señor Presidente:

Le digo querido porque, pese a sus traiciones y desprecios por las víctimas y la nación que ha gobernado, sigo creyendo que un ser humano es más que sus errores y sus equívocos y merece respeto y merece amor. Le digo también querido porque en esta carta quiero dirigirme al hombre Felipe Calderón y no a la máscara del poder que en su falsedad –toda desproporción es una falsedad– lo distorsiona, y hablarle a su corazón desde la verdad. “La verdad –decía esa gran novelista católico que fue Georges Bernanos– duele, sólo después consuela”. Está a punto de concluir su mandato presidencial. Deja tras de sí una nación llena de osarios, de dolor, de víctimas y de miseria, y la pérdida de confianza que alguna vez el país tuvo en ustedes. No ha querido reconocerlo. La soberbia, que es hija del poder y fuente de todos los pecados, cegó al hombre. Su guerra, Sr. Presidente, aunque lo niegue, es hija de una bovina subordinación de la agenda de seguridad de nuestro país a la agenda de seguridad de Estados Unidos, que en buena parte está fincada en una estupidez decretada hace 40 años por Richard Nixon: “La guerra contra las drogas”. Las drogas, Sr. Presidente –la historia lo demuestra con la prohibición y la legalización del alcohol en EU– es un asunto de salud pública, de libertades y de controles del mercado y del Estado, jamás un asunto de seguridad nacional. Por eso Obama –quien aunque sabe del absurdo de esta guerra que está poniendo en crisis la democracia internacional, no ha hecho nada por detenerla– lo llamó con fina ironía “Eliot Ness”. Ness, quien al igual que usted quiso, desde un puritanismo policiaco, erradicar a sangre y fuego a las mafias de Chicago, se hundió en la oscuridad y el fracaso cuando Roosevelt, en un acto de profundo republicanismo, legalizó el alcohol para desarticular realmente a las mafias y reducir la criminalidad y la corrupción que habían aumentado exponencialmente en Estados Unidos con la Ley Seca.

No ha querido reconocer tampoco, como quizá Ness nunca lo entendió –al fin y al cabo no era un político, sino un policía–, que su estrategia de golpear a las cabezas de los cárteles lo único que ha traído es el aumento de la verdadera criminalidad –la trata de personas, las desapariciones, el secuestro y la extorsión–, la atomización de los cárteles en infinidad de células delictivas y una mayor corrupción de los gobiernos y los partidos. El 98 o 95% de impunidad habla de instituciones corrompidas a grados criminales que nos han llevado a las consecuencias de estas elecciones ignominiosas, que abonan la emergencia nacional en la que su guerra nos metió.

Usted, sin embargo, reconoció en los diálogos que sostuvimos en el Alcázar del Castillo de Chapultepec lo que esa visión puritana y corta, obstinada en la violencia como método, no le había dejado reconocer: la existencia de las víctimas que usted había reducido a un “se están matando entre ellos”, a “algo habrán hecho”, a “bajas colaterales” que se reducían al 1% de los muertos. Un lenguaje que, con el estropajo del eufemismo, es idéntico al que usaron los nazis para justificar el crimen y hacérselo justificar a una nación: “son piojos, son liendres, son ratas, son cerdos”; un discurso que, proviniendo del Estado, que está para resguardar la seguridad de los ciudadanos y perseguir el crimen, es profundamente violatorio de los derechos humanos y absolutamente criminal. Lo vi entonces abrazar conmovido a doña María Herrera –con cuatro hijos desaparecidos que el Estado vergonzosamente no ha podido todavía encontrar– y acordar con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) tres cosas: la creación de una Procuraduría de Atención a las Víctimas, el compromiso de hacer un memorial en el Bosque de Chapultepec y el de promover una Ley General de Víctimas de la Violencia y del Abuso del Poder. Un poco de alivio para la irreparabilidad de la muerte.

Por desgracia, Sr. Presidente, la forma en que el Ejecutivo ha asumido esos compromisos lo único que ha hecho es ofendernos y reiterarnos el desprecio que usted tiene por las víctimas y por la patria. En el segundo diálogo que sostuvimos en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, recuerdo que le dije que en usted había “la tentación del autoritarismo”. Me respondió, ofendido y omitiendo la palabra “tentación”, que usted no era autoritario, que de lo contrario no estaría allí dialogando de cara a la nación con nosotros. Sin embargo, la manera en que dice haber honrado los acuerdos que establecimos allí es un signo, en su unilateralidad y su rebajamiento, de que cayó en esa tentación y de que sus acuerdos sólo fueron simulaciones mediáticas. Creó la Procuraduría de Atención a Víctimas (Províctima) sin consultarnos, sin acordar con nosotros y nuestros expertos sus formas, sus dimensiones y su operatividad, y la convirtió en una caricatura, en un engendro maquillado de honradez.

Aunque está formada por gente honesta, a la que respetamos, Províctima, usted lo sabe bien, carece del dinero, del personal y de la dimensión adecuada para atender la enorme cantidad de víctimas que, humilladas por el crimen y criminalizadas y despreciadas por el Estado, no sólo no han encontrado un gramo de justicia, sino que incluso muchas de ellas han perdido su escaso patrimonio haciendo, en la búsqueda de sus hijos desaparecidos, las labores de investigación que las procuradurías no hacen. Le recuerdo incluso, Sr. Presidente, a Nepomuceno Moreno, un padre que caminó a nuestro lado kilómetros y kilómetros no sólo buscando a su hijo y la justicia que se le debía, sino a los hijos y la justicia que se les debe a miles que, como él, han perdido todo. Ese hombre, que le expuso en el Alcázar su situación, que le pidió que lo protegiera porque estaba amenazado, ahora está muerto, y Províctima ha sido incapaz de encontrar justicia para él y para su hijo. Esa es la situación de la mayoría de las víctimas de su guerra, querido Sr. Presidente, y esa es la incapacidad de una cosa tan miserable en su realización como Províctima.

Después, le recuerdo, nos sentamos con el Ejecutivo para avanzar en los compromisos del memorial. Nosotros ya teníamos el acuerdo del Gobierno del DF y del Consejo Ciudadano del Bosque de Chapultepec para que se realizara en el mismo bosque, como habían sido los compromisos. Teníamos también el apoyo del equipo de Arquine para lanzar la convocatoria y comenzar el proceso de rescate de una memoria que su gobierno, Sr. Presidente, se ha obstinado en borrar. Así, sin entender nada de lo que un memorial significa en los procesos de reconciliación y de paz, su equipo, apoyado por unas cuantas víctimas a modo –al Ejecutivo siempre le han gustado las víctimas a modo– y no por las miles de víctimas anónimas, criminalizadas y humilladas por el Estado que representan el MPJD y el equipo del padre Alejandro Solalinde, se obstinó en hacer no un memorial, sino un monumento y, colmo del absurdo, al lado del Campo Militar. No tuvimos más remedio que levantarnos de la mesa. No se dialoga con imposiciones y con una profunda incomprensión de lo que un memorial significa como proceso de paz, de memoria y de reconciliación. Ese monumento, Sr. Presidente, será, en su burla y en su desprecio por las víctimas, tan ignominioso como su Estela de Luz. Nosotros, sin embargo, haremos ese memorial con los ciudadanos de este país.

Ahora, para cerrar con broche de oro, vetó la Ley General de Víctimas, no sólo contra la palabra dada (usted mandó a hacer esa ley al Inacipe, y esa ley, enriquecida por la que hizo la UNAM a petición de los legisladores después del diálogo que sostuvimos con ellos, también en el Alcázar, es la que aprobaron las cámaras), sino que, contraviniendo los tiempos mandatados por la Constitución (tengo aquí, frente a mis ojos, el oficio que el 29 de junio, día en que expiraba el plazo para publicar la Ley de Víctimas, el presidente de la Cámara del Senado, José González Morfín, un panista, envió al secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, para “que se publique en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se expide la Ley General de Víctimas, aprobada por el Congreso de la Unión el 30 de abril del año en curso), jugando electoralmente con las víctimas, envió sus observaciones, una forma elegante de vetar la ley, el 1 de julio, pocos minutos después de que Josefina Vázquez Mota reconocía su derrota electoral. Ese gesto, Sr. Presidente, además de contravenir un mandato constitucional, es un desprecio más hacia las víctimas, un desprecio a los juristas del Inacipe, a los de la UNAM, a los de muchas organizaciones civiles que participaron en su elaboración y a las cámaras que la aprobaron por unanimidad.

Ciertamente, como Presidente de la República, le compete el derecho de hacer las observaciones que considere necesarias a esa y a cualquier ley –toda ley es siempre perfectible–, y aunque muchas de ellas no merecen ninguna atención, sobre todo la que tiene que ver con el dinero (cuando usted ha invertido millones de dólares para hacer una guerra, cuando su gobierno destinó mil 500 millones de pesos para esa oprobiosa obra que agudamente Juan Villoro llamó “Esquela de Luz”, cuando se invirtieron 25 mil millones de pesos en las elecciones de la ignominia que acabamos de tener y se han decomisado millones de dólares al crimen organizado, decir que no hay suficiente dinero para las víctimas es de una desvergüenza intolerable), estamos dispuestos a revisarlas con el Ejecutivo, pero en el momento en que la Secretaría de Gobernación la publique, como lo manda la Constitución. Sentarnos de otra manera con el Ejecutivo sería no sólo convalidar la traición a una palabra dada a las víctimas, sino violentar lo poco que aún queda de decencia en las instituciones. Nosotros, Sr. Presidente, quienes seguimos sosteniendo que el diálogo es uno de los rostros más altos de la democracia y, por lo mismo, tenemos una alta idea de lo que hablar significa, no nos sentaremos a ninguna mesa en donde a la palabra se le ha prostituido y en donde a la Ley General de Víctimas, que es una ley de víctimas de la violencia y de la violación de los derechos humanos, se le quiere rebajar a una ley de víctimas del delito, palabra esta última que el secretario de Gobernación ha usado constantemente para referirse a la ley en sus declaraciones.

En el último diálogo que sostuvimos con usted en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, Emilio Álvarez Icaza le dijo que aún no terminaba su mandato, que le quedaba todavía tiempo suficiente para tomar el camino de las víctimas, y no lo hizo o lo ha hecho muy mal, como ha hecho esta guerra. Pero yo le digo que, aunque el tiempo de su presidencia se acorta, aún puede, si escucha el corazón de Felipe y desde allí pone un coto a la soberbia del poder, enmendar lo que tan mal ha hecho, es decir, publicar esa ley y dejar la Presidencia con un gramo de honorabilidad.

Nosotros, Sr. Presidente, el 12 de agosto saldremos, con los escasos recursos con los que contamos, en una larga caravana a EU a decir a sus ciudadanos y a su gobierno lo que ni usted ni ninguno de los candidatos ni de los partidos se ha atrevido a decirles: que esta guerra absurda y perdida es también responsabilidad suya y que debemos detenerla porque está destruyendo a nuestra nación y está poniendo en peligro la democracia en el mundo. Pero, usted, Sr. Presidente, con su actitud y su desprecio a las víctimas, no nos está ayudando a ello. ¿Tendremos también que hablarle fuerte desde allá?

Yo, desde el asesinato de mi hijo, dejé de escribir poesía –las palabras y la vida que ustedes y los criminales han degradado ya no me alcanzan para esa sacralidad–, pero constantemente leo a los poetas. Hace poco releí el poema Helena, de Giórgos Seféris –léalo, Sr. Presidente, y lea a los poetas: son grandes reveladores del sentido y de la dignidad de la palabra–. El poema relata el extravío de un soldado que vuelve de la guerra de Troya en una isla llamada Platres, que en realidad es una aldea montañosa que se encuentra en Chipre, donde quizá estaba Seféris cuando escribió el poema. En esa isla el soldado se da cuenta de que Helena, por la que hicieron la guerra durante 10 años y la tierra y el mar se inundaron de cadáveres, de sangre y de dolor, nunca estuvo en Troya, fue una ilusión, “una prenda vacía”. Un estribillo terrible acompaña el poema: “Los ruiseñores no te dejarán dormir en Platres”. Usted, Sr. Presidente, se parece a ese soldado. La diferencia es que usted, semejante a Agamenón, sabiendo que era una ilusión lo que perseguía, condujo esta absurda guerra. Sobre usted “pesa el grave dolor” que “ha llovido” sobre México; pesan miles de “cuerpos lanzados a las fauces del mar”, miles de “almas trilladas cual espiga en piedras de molino” y “ríos” que “exudaban entre el lodo la sangre”; pesan miles de viudas, de huérfanos y de desaparecidos, pesan los miles de desplazados. Si usted, Sr. Presidente, no toma el camino de la justicia que les debe, si continúa humillándonos y traicionando su palabra, los muertos y las víctimas no lo dejaremos dormir en ningún sitio.

(*) Este texto se publica en la edición 1864 de la revista Proceso, ya en circulación.

Necesidad imperiosa de movilización social


La Jornada.
José Blanco
 24 de julio de 2012


Ha sido afinado una y otra vez el proceso electoral a efecto de que los votos cuenten y se cuenten correctamente. Esta vez acaso sólo hubo alguna peccata minuta muy propia de cualquier proceso electoral. Cualquier ciudadano podía y puede verificar en Internet que el acta de la casilla en la que votó es la misma que registra el PREP.

En cada reforma electoral se han debido llevar a cabo cambios en la ley para intentar tapar los agujeros que mostró la elección anterior y que dejaron terriblemente inconformes a los perdidosos. La de 2012 no ha sido la excepción.

Pero a estas alturas todo México sabe que las grandes “irregularidades” no están en el proceso de elección y el conteo de los votos, sino en lo que el Movimiento Progresista llama una “elección comprada”. ¿Habrá reforma capaz de impedir las presuntas atrocidades cometidas por el PRI?

El Movimiento Progresista presentó abundante cantidad y variedad de documentos que mostraban actos presumiblemente probatorios de inmensos fraudes cometidos fuera de las urnas, antes del proceso electoral y acaso durante el mismo. Pero si usted lee el primer indebido informe circunstanciado que el IFE adjuntó a las impugnaciones del Movimiento Progresista, ya podemos suponer lo que puede ocurrir en el TEPJF. Ese informe arrasa con las impugnaciones de las izquierdas: 1) no se aportan elementos de prueba para acreditar que se presentó la compra y coacción de votos; 2) los partidos siempre tuvieron acceso a los medios de impugnación; 3) se garantizó la emisión del voto de forma libre y secreta; 4) no se cuenta con los elementos para determinar si hubo rebase de topes de gastos de campaña; 5) las encuestas no son propaganda electoral; 6) no existe certeza de que las tarjetas Soriana y Monex fueron recibidas por los medios que refieren; 7) su simple existencia no revela que su entrega haya sido condicionada; 8) las pruebas presentadas por el Movimiento Progresista carecen de valor probatorio (sic)...”

Algunos articulistas servidores del poder se han entusiasmado hasta el champán con ese documento, sin embargo habría que tener en cuenta algunas disposiciones de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral. El artículo 2, fracción 1, dispone que “para la resolución de los medios de impugnación previstos en esta ley, las normas se interpretarán conforme a los criterios gramatical, sistemático y funcional. A falta de disposición expresa, se aplicarán los principios generales del derecho”. Y el artículo 3, en su fracción 1 prevé: “El sistema de medios de impugnación regulado por esta ley tiene por objeto garantizar: a) que todos los actos y resoluciones de las autoridades electorales se sujeten invariablemente, según corresponda, a los principios de constitucionalidad y de legalidad”; y en alusión al mismo principio, la fracción 2 dispone que el sistema de medios de impugnación se integra por, fracción b) “el recurso de apelación, el juicio de inconformidad y el recurso de reconsideración, para garantizar la constitucionalidad y legalidad de actos y resoluciones de la autoridad electoral”, y la fracción d) “el juicio de revisión constitucional electoral, para garantizar la constitucionalidad de actos o resoluciones definitivos y firmes de las autoridades competentes de las entidades federativas para organizar y calificar los comicios o resolver las controversias que surjan durante los mismos”.

Véase, no obstante, que el formalismo jurídico de la democracia liberal se lleva mal con el subdesarrollo. Es la experiencia mexicana. Esta no es una contienda electoral entre ciudadanos iguales frente a la ley.

La cancha en la que corren los contendientes es inconmensurablemente dispareja. El poder político se concentra en unos cuantos individuos, separados de la sociedad debido a la índole de las instituciones “representativas”; el poder económico se halla concentrado como pocos lugares en el mundo y ha logrado, ahora, mandar sobre el poder político, y a veces se confunden: remember la telebancada: el poder mediático, entre muchos espacios en que se han vuelto siameses. ¿A quién escapa que este poder de mil cabezas manda sobre la democracia? ¿Quién no sabe que la democracia liberal es el menos peor de los sistemas de conformación del poder del Estado, a condición de que exista un piso mínimo de igualdad socioeconómica? ¿Quién desconoce el racismo que impera sobre los pobres –especialmente los indígenas–, que son la mayoría de este país? ¿A alguien le falta información sobre los 5 millones de analfabetos y los muchos millones más de analfabetos funcionales? ¿nadie oyó hablar de los siete millones de ninis? ¿Son éstos los ciudadanos iguales que se enfrentan en democracia?

Es indignante ver la caradura del partidazo diciendo de AMLO que “su verdadero fin es presionar a las autoridades electorales para condicionar el ejercicio de su función constitucional”.

A la presión que ejerce el poder de la hidra mexicana sobre las instancias judiciales en todo momento, es preciso enfrentar la mayor movilización social posible.

El miedo a la democracia


La Jornada.Carlos Fazio /II
23 de julio de 2012

Después de la Segunda Guerra Mundial, ante la emergencia popular y el auge de las ideas socialistas en el orbe, y por miedo a la democracia, con el espantajo de una agresión comunista extracontinental la élite del poder estadunidense edificó un Estado de bienestar para los ricos con una ideología de seguridad nacional para el control de la población. Con el cuento de los valores” de la democracia occidental y cristiana, el modelo se exportó, custodiado por los infantes de marina. El uso de la propaganda fue clave en la fabricación de un mundo maniqueo destinado a encubrir la lucha de clases y la dominación capitalista. La falsificación sistemática de los hechos –de crímenes e infamias múltiples– llega hasta el presente. Pero, desaparecido el otro polo de la contradicción de la guerra fría, el capitalismo ya no se preocupa por ocultar su rostro real. A la crisis del capitalismo fordista siguió la restructuración neoliberal depredadora, tildada de “globalización”. Hoy, en el marco de un imperio anárquico y casi omniabarcante, rige un entramado estructurado jerárquicamente por estados, organizaciones internacionales, consorcios multinacionales y –no en último término– bandas criminales de tipo mafioso.

El mundo está dominado por las más altas esferas del poder político, oligopólico, militar y financiero, es decir, por verdaderos “criminales organizados”, cuya máxima expresión visible son las mafias representadas en Davos. Con la salvedad de que el capitalismo monopólico jamás había estado tan bien definido como ahora. En un acto de ocultismo, la propaganda neoliberal, convertida en un instrumento eficaz de desinformación, trata de convencernos de que vivimos en un “mundo feliz”, mientras una violencia represiva creciente completa sus efectos y asegura el control social.

Desde hace años, la política devino escenificación mediática, en el sentido de un desacoplamiento sistemático entre el discurso político y la práctica política. Como dice Joachim Hirsch, lo que hoy día se llama política se reduce cada vez más a la administración más o menos eficiente del orden existente, al acomodamiento ante las fuerzas compulsivas de los hechos y de las circunstancias. Sumergidos en un sistema de corrupción estructural, quienes malgobiernan administran el statu quo y buscan ofrecer las condiciones más redituables al capital a costa del bienestar social. En Estados Unidos gana el que mete más dólares a su campaña. El poder del dinero y la propaganda disfrazada de mercadotecnia fabrican presidentes. En 2008, Barack Obama fue premiado por la industria de la mercadotecnia por su campaña de propaganda electoral; se ubicó por encima de cualquier otro producto. En Italia, con su pasado criminal, Berlusconi fue elegido primer ministro de un país mafioso y mariano-católico machista, en dos ocasiones.

Como aparatos mediáticos del sistema de dominación, en lugar de valores políticos de uso, los partidos trafican en el mercado electoral con mercancías políticas fetiches. En la competencia entre aparatos partidistas se trata, ante todo, de una diferenciación de producto según técnicas de la industria de la propaganda comercial. Los departamentos de propaganda y los estilistas políticos fabrican candidatos. Lo que cuenta es la presentación, lo decisivo es el envase. Ayer Vicente Fox, hoy el muñeco telegénico de Televisa y los poderes fácticos, Enrique Peña Nieto, a quien habían programado para ganar por dos dígitos para imponer las contrarreformas “estructurales”. Las promesas de campaña fueron parte de la puesta en escena; no eran para ser cumplidas. Además, vivimos en la “sociedad de la disculpabilidad”. La “clase política” y sus papagayos en los medios hablan permanentemente de responsabilidad, pero, si algo sale mal, piden disculpas. Como ahora con las encuestas: cinismo puro. Además, las promesas sirvieron para embadurnar la compra de votos a masas de desheredados que no tienen en su horizonte cultural siquiera la idea de sociedad, en el sentido de la modernidad. En Alemania, 31 por ciento del electorado votó para que Hitler llegara al poder y fue copropiciador de una debacle y una orgía de barbarie de dimensiones históricas.

En México, todos los partidos son corruptos y usan los mismos métodos. Son comprables y, por tanto, compradores de voluntades. Sólo difieren en los niveles de “competitividad”. En la selva socialdarwinista neoliberal “ganó” el corrupto más competitivo del “partido virtual de la unidad” (Joachim Hirsch), o lo que Losurdo llamaba un “monopartidismo competitivo”, con formaciones políticas que representan a la misma burguesía y exhiben la misma ideología neoliberal.

Los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional vienen coadministrando los intereses del gran capital desde los años 80. Ahora impusieron a Peña, el gandalla más apto de la partidocracia. Andrés Manuel López Obrador no podía ganar en 2006 ni en 2012. Con independencia de que sea un mesías o Satanás, de izquierda o derecha –y de que esté rodeado de algunos personajes sin integridad y rigurosamente inescrupulosos, y de que no puso la guerra estúpida de Felipe Calderón como tema de campaña–, la aversión de la oligarquía a AMLO es porque no es chantajeable ni cooptable. Porque, como diría Max Weber, vive PARA la política, no DE la política.

La política llena su vida. A diferencia de los integrantes de la “clase política” –para quienes la política es una “chamba” y un vehículo para el enriquecimiento personal–, para AMLO la política es pasión. Además, en tiempos del neoliberalismo rapaz, cuando rige el dios dinero, a él no le interesa el dinero. Ergo: tampoco es comprable. Y eso es peligroso: una “locura”. Pero a la vez, tiene gran poder de convocatoria y puede movilizar grandes masas, como el general Cárdenas. En esa medida, es un poder “fáctico” fuera del control de la oligarquía, de las huestes jerárquicas locales de Ratzinger y del imperialismo. Por eso se le sataniza y se le ha querido aniquilar. Por eso, y porque también los amos de México le tienen miedo a la democracia.

viernes, 27 de julio de 2012

#TomaDeTelevisa #OccupyTelevisa conversación profesor con policías

SME Martin Esparza mensaje cerco a Televisa 26jun12

La Jornada: #YoSoy132 convoca a luchar por la transformación del país

La Jornada: #YoSoy132 convoca a luchar por la transformación del país

Al rojo vivo, acusaciones mutuas PRD-PRI sobre gastos de campaña


Trasladan al IFE su confrontación en torno a presunto financiamiento ilegal.

Periódico La Jornada

Alonso Urrutia y Fabiola Martínez

Viernes 27 de julio de 2012, p. 3

El priísta Pedro Joaquín Coldwell y el perredista Arturo Núñez, gobernador electo de Tabasco, entre otros, durante una reunión de la fundación Círculo de Montevideo, ayer en la ciudad de MéxicoFoto José Antonio López

Priístas y perredistas trasladaron su litigio legal y mediático en torno a la elección presidencial a la sesión del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE), en la cual se acusaron mutuamente de las peores prácticas de financiamiento, como lavado de dinero, evasión fiscal y uso ilegal de recursos públicos y privados. En esa lógica, denunciaron montajes como fundamento de las quejas.

“Lo que se ve claro es que no encuentran cómo justificar todo este escándalo”, surgido “a raíz de cómo han triangulado recursos, algunos con prestanombres, que finalmente es dinero de dudosa procedencia”, lanzó el perredista Camerino Márquez al rebatir las críticas del tricolor sobre uso de fondos provenientes de Honestidad Valiente en la campaña de Andrés Manuel López Obrador.

La versión del priísta Sebastián Lerdo Tejada se dio casi en paralelo: “nada más le quiero recordar que la queja la presentamos el 8 de junio. Nosotros no construimos, a diferencia de otras opciones, ni cortinas de humo ni novelas” con la repetición de “una mentira incesante e incansablemente”.

En medio del fuego cruzado, el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés, salió en defensa de la unidad de fiscalización y de todo el instituto.

“El IFE ejercerá, sin distinción y en los extremos permitidos por la ley, sus facultades fiscalizadoras. Cada queja, cada asunto que se investigue en materia de fiscalización, será atendido con celeridad y con estricto apego a las disposiciones legales y normativas. Todos los casos, insisto, todos los casos se atenderán con pulcritud y resolverán conforme a los procedimientos institucionales. No resolveremos ningún caso en la arena de la opinión pública.”

Acción Nacional terció en el debate. Así, Rogelio Carbajal recordó la cronología del caso Monex, y sostuvo que las versiones del PRI sobre el tema no cuadran con la realidad y con lo detectado, en principio, por la unidad de fiscalización.

Consideró necesario que el IFE resuelva el caso antes de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) califique los comicios presidenciales.

En medio del intercambio de acusaciones, el consejero Lorenzo Córdova resaltó: “lo que me parece importante subrayar, y que es difícil entenderlo, sobre todo en el contexto en que estamos en el proceso electoral, pero es importante subrayarlo: que la premura puede llevar a descarrilar una investigación”.

El consejero Alfredo Figueroa afirmó que la confidencialidad de las indagatorias no implica omisiones de la autoridad. “El IFE hace su trabajo de investigación; el IFE no va a administrar la subida a este Consejo General, o la llegada de ninguna denuncia; las va a presentar cuando las tenga concluidas”, afirmó.

PRI-Monex

Durante el largo debate, Márquez reiteró la acusación contra el tricolor por financiamiento ilícito de su campaña.

“Esta combinación de política y dinero fue el arma que utilizó el PRI para comprar la elección. Nos queda claro que rebasaron los topes de campaña; queda la duda fundada del origen oscuro de este dinero. O es peculado o es lavado de dinero, una clara violación al artículo 344 del código electoral respecto de los topes de campaña.”

Lerdo de Tejada reviró. Imputó al PRD partir de premisas falsas y desde ahí “construir una telenovela a la cual le quieren ir condicionando lo que ellos consideran información valiosa. Lo que subyace no es el desentrañar la verdad jurídica, es la presión a la autoridad electoral, a la autoridad jurisdiccional y a la unidad de fiscalización”.

Acusó a los partidos de izquierda de chantajear al IFE, al TEPJF y a la Fiscalía Especializada para la Atención a Delitos Electorales a partir de esas premisas “falsas”.

Márquez mencionó que ayer se presentaron nuevas pruebas: tarjetas Monex Lealtad, que se entregaron en Tabasco y el estado de México.

“Vamos a entregar más, porque finalmente esas tarjetas”, según admitieron más de 4 mil ciudadanos de Tabasco, “fueron fondeadas con 4 mil pesos” destinados “a operadores políticos y promotores del voto, no sólo el día de la jornada electoral, sino durante los tres meses de campaña”, añadió.

AMLO y Honestidad Valiente

Durante el debate sobre el presunto financiamiento irregular a López Obrador, el senador priísta Fernando Castro cuestionó si el IFE ya dio aviso a la Secretaría de Hacienda y a la Procuraduría General de la República sobre las “violaciones fiscales de la triangulación financiera” que, dijo, involucraba a Morena, Honestidad Valiente y Austeridad Republicana en delitos penales.

Lerdo de Tejada secundó a su correligionario, y denunció “fraude a la ley para evadir la fiscalización de origen y destino de recursos; violación de topes de campaña, ocultando gastos que deberían reportar al IFE a través de asociaciones civiles, para el financiamiento ilícito que se desvió a la campaña de López Obrador, en una contabilidad paralela”.

El PRD contratacó con el caso Monex. “Queda claro que los señores del PRI lo que han pretendido es desvirtuar el debate político ante un escandaloso lavado de dinero vinculado con su candidato, Enrique Peña Nieto”, sostuvo Márquez.

Expresó que los legisladores y militantes de izquierda aportaron por su propia “voluntad” dinero a Honestidad Valiente para financiar a esta asociación civil, cuya actividad defendió.

En la sesión también se presentó el reporte sobre los informes preliminares de los gastos de la campaña presidencial.

“No somos ni anti-Peña ni anti-Televisa; ellos son… antinosotros”


Proceso
Santiago Igartúa
26 de julio de 2012


Protesta #YoSoy132 contra Televisa y EPN. Foto: Miguel DimayugaMÉXICO, D.F.

El punto de reunión fue el Monumento a la Revolución. Fundidos por la indignación, con la lluvia y la noche como testigos, miles de ciudadanos, que no se resignan a la “imposición” de Enrique Peña Nieto para ocupar la presidencia de la República, cansados de aguantar, devolvieron sus pasos a las calles, decididos a hacerse escuchar.

Para esos hombres y mujeres, indistintas edades y posición económica, desde la televisora de Emilio Azcárraga Jean se ejerce un gobierno de facto y sería Peña Nieto el actor elegido para interpretarlo los próximos seis años.

Así inició la toma simbólica aTelevisa, con miles de voces protestando.

Organizados en contingentes, la consigna es preservar el carácter “pacífico”, estandarte de los estudiantes del movimiento #YoSoy132, que convocó a la cita.

De salida, se llamó a no provocar a las autoridades vigilantes, no dañar edificios, alejarse de todo acto violento e identificar infiltrados que pretendieran “reventar” con agresiones la protesta. Llamaron a cuidarse todos juntos.

Ya en Chapultepec 18 los esperaba un operativo de mil policías, según un encargado de la SSP que reservó su nombre con un impermeable, cercando la empresa. Lo que no reportó fue una presencia policiaca mayor a los alrededores del inmueble, con camiones y camionetas oficiales.

A esto, los manifestantes contestaron a las autoridades, siempre guardando una distancia mínima de 3 metros: “ustedes juraron lealtad y honor a la patria; Azcárraga y Salinas no son la patria. Ustedes no tienen que ser una muralla, ellos (políticos y empresarios) no harían nada por ustedes. Nosotros estamos peleando
también por el futuro de sus hijos”.

“Yo no diría que somos anti Peña ni anti Televisa, más bien me parece que ellos son… antinosotros”, dice Karla Gómez a las puertas de la televisora, rodeada por estudiantes como ella, electricistas, trabajadores, maestros, campesinos, artistas, policías, niños…

“La noticia hoy es la unión del pueblo, no la imposición de siempre”, dijo Claudio Martínez, manchadas las manos por el paso del tiempo, quince minutos antes de las diez de la noche, cuando llegaron los contingentes encabezados por el SME.

Ensordecedores los gritos de “fraude” y “México sin PRI”, los asistentes, que permanecerán en plantón por 24 horas, formaron una valla humana, unidas las manos, en el acceso principal de Televisa Chapultepec. ” Es un cerco para decir que ya no vamos a tolerar que de ahí salga tanta mentira”, se escuchó de un megáfono.

En punto de las 11 de la noche, se dio por inaugurado “el cerco”de 24 horas a Televisa con la lectura de un pronunciamiento por la democratización de los medios y en repudio a la imposición de EPN como banderas.

La Justicia está de Vacaciones by Uncle Daisy©

jueves, 26 de julio de 2012

Ola de cortes de CFE afecta las actividades en cuatro estados

La CFE advierte que continuará con suspensiones si no le pagan adeudo de $2 mil millones

Sin electricidad, 600 productores agrícolas de la Comarca Lagunera

Falla tribunal contra usuarios que interpusieron un amparo; deben nueve años de suministro

Protestan contra la paraestatal en Tula por dejar pozos sin suministro; afecta a hospital del IMSS


Periódico La Jornada

Lilia Ovalle y Armando Cruz
Jueves 26 de julio de 2012.

En protesta por las altas tarifas y la reciente ola de cortes al servicio en comunidades de Tula, Hidalgo, por falta de pago, más de 2 mil 500 simpatizantes de la Federación Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos se manifestaron ayer frente a las oficinas de cobro de la CFEFoto Aldo Falcón


Productores agrícolas de la Comarca Lagunera, que abarca territorios de Coahuila y Durango, deberán pagar 2 mil millones de pesos a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) o quedarse sin servicio, como 600 agricultores de la región en los 10 días recientes, advirtió la paraestatal.

La suspensión del suministro en la zona comenzó hace 10 días, y en algunos casos hubo resistencia. La CFE presentó denuncias por robo de energía eléctrica, uso ilícito, daños a bienes del gobierno federal, oposición al corte y lesiones al personal, entre otros, informaron los jefes divisionales de zona de la paraestatal en Coahuila, Rodolfo Alcalá Moya, y Durango, Enrique Flores Rojas.

En conferencia de prensa que ofrecieron ayer en Lerdo, Durango, explicaron que el primer tribunal colegiado en materia penal y administrativa del octavo circuito falló contra los productores agrícolas de la Comarca Lagunera, quienes promovieron un amparo por considerar que las tarifas de la CFE son ilegales.

Señalaron que la empresa puede requerir el pago por consumo de energía durante los nueve años recientes, que dejaron de pagar al interponer el amparo.

Llaman a negociar

Afirmaron que, en cumplimiento de la Ley del Servicio Público de la Energía Eléctrica, se intensificaron los cortes a pozos agrícolas y se presentaron denuncias ante las autoridades federales. Sin embargo, los funcionarios se reservaron los número de expedientes y los nombres de los implicados.

Exhortaron a los productores agrícolas a negociar en las oficinas de zona ubicadas en Torreón, Gómez Palacio y Ciudad Lerdo, donde se aplican descuentos hasta de 50 por ciento, pagos hasta en 60 mensualidades sin intereses y la restitución del servicio.

“Ha habido respuesta, no como quisiéramos ni tan rápida, pero (los deudores) se han estado acercando; en estas dos semanas ha habido más que en meses anteriores”, comentó el superintendente en Torreón, Rodolfo Alcalá. Hasta la fecha, 497 productores han firmado convenios en Coahuila y 323 en Durango.

Los superintendentes de la CFE indicaron que la tarifa de energía eléctrica es la misma en toda la República, y los usuarios que firmen convenios obtendrán “un estímulo especial de pago”.

Sin Luz y Fuerza del Centro, aumento de 100%

Pobladores de Tula, Hidalgo, protestaron ayer contra la CFE en las principales calles de la cabecera municipal por el corte de energía eléctrica a los pozos de bombeo de agua, lo que ha mermado el suministro del líquido, incluso en el hospital general regional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), informaron vecinos inconformes.

José Luz, titular del organismo municipal encargado del sistema de agua potable, dijo que al “inflar” sus tarifas, la CFE “estranguló” a la tesorería del ayuntamiento, que no ha podido cubrir su adeudo.

Manifestó que antes de que la CFE ofreciera el servicio –el cual estuvo a cargo de la desaparecida Luz y Fuerza del Centro hasta octubre de 2009– se pagaban 600 mil pesos mensuales por el sistema de bombeo de agua; hoy el costo es de un millón 200 mil pesos. Por ello, pidió a la paraestatal facilidades para pagar.

La CFE determinó el pasado fin de semana cortar la energía eléctrica a cinco pozos del sistema de bombeo Manzanitas, en la comunidad Nhanza, el cual abastece a la cabecera municipal de Tula, así como a las colonias San José, Barrio Alto, Infonavit y Alvarado.

Con información de Notimex

LA PRINCIPAL FUNCION DE LA TELEVISION (LA RESISTENCIA)

lunes, 23 de julio de 2012

Sindicato de trabajadores de la compañía de electricidad de México LyFC desmantelado







Simeón Tegel
julio de 2012.

Sindicato de trabajadores de la compañía de electricidad de México LyFC durante una marcha contra la decisión del gobernador. (AP Photo Eduardo Verdugo)

CIUDAD de México, México — Daniel Vazquez voluntad nunca olvidar su última noche en Luz y Fuerza del Centro, la compañía estatal de electricidad donde había trabajado durante 22 años.

"Usted y su gente está atornillados," la policía le dijo que él empuje un rifle de asalto AK-47 en su pecho. "No vienes".

Vazquez, 59, estaba tratando de informe de trabajo como jefe de un turno de noche de 80 trabajadores en uno de los centros de llamada de cliente se ejecuta por Luz y Fuerza del Centro (conocido como LyFC), que se desarrolló la red eléctrica para la ciudad de México y los Estados vecinos.

Esa noche había visto las noticias de la noche — 10 de octubre de 2009 — que informó que el Gobierno del Presidente Felipe Calderón había ordenado policía para aprovechar las instalaciones de la empresa en quiebra y salte de sus trabajadores.

Sin embargo, la visión de decenas de agentes de policía federales fuertemente armados engalanadas con material antidisturbios completo arrear sus compañeros de trabajo de sus estaciones y obligando a algunos a línea contra una pared a punta de pistola era desconcertante.

"En México, empresa no tiene que preocuparse de sindicatos fuertes."~ Carlos de Buen, abogado laboral


Sindicato de trabajadores de la compañía de electricidad de LyFC de México lucha por la autonomía sindical. (Foto / sipse)

Mi mundo se derrumbó,"dice. "Hubo este enorme sentimiento de impotencia, de no poder hacer nada. Usted no puede responder al abuso porque sólo se agravará, y vencieron, incluso si ha hecho nada malo."

Ahora, casi tres años después de que la policía lo detuvo de reporting para trabajo, Vazquez es una de aproximadamente 13.000 de los 44.000 empleados de LyFC, amiembros de la Unión ll, que se han negado a tomar la recompensa ofrecida por el Gobierno con la esperanza cada vez más abandonada que obtendrán sus puestos de trabajo.

Entretanto, operaciones de LyFC han sido dobladas en Comisión Federal de electricidad de México (la CFE) que se ejecuta el resto de la red de México. También ha externalizado la labor de mantenimiento de la infraestructura de LyFC a una flota de las empresas privadas, un movimiento que ha supuestamente comprometida la seguridad y causó terribles accidentes, incluyendo docenas de muertes, a soar.

"No es sobre el dinero. Esto es una injusticia y no quiero ir junto con él, dice Vázquez. "Pasé los mejores años de mi vida en esa empresa, trabajando duro cada día, trabajando mi camino hacia arriba desde cuando ingresé como obrero. Lo que una manera de tratarme después de 22 años."

Recompensa a los trabajadores de la Unión no es suficiente

Negándose a aceptar recompensa del Gobierno ha llegado a un alto costo. Vázquez ha separado de su esposa y vive en una habitación alquilada, apenas raspando trabajos y documentos familiares.

Su salud también ha tenido un éxito, con él ahora padece de gastritis, piedras de la vesícula biliar, depresión y un anfitrión de otras condiciones. "Nunca fui al doctor antes", dice tristemente.

Una pintura de logotipo de empresa eléctrica de LyFC de México en la plaza principal de ciudad México. (Foto / xhglc)

Detrás de la historia personal de Vazquez se esconde una compleja red de intrigas políticas y presuntos ataques a la Unión por la administración del saliente Presidente Calderón, del conservador Partido Acción Nacional. Observadores dicen que es un legado que Calderón recientemente elegido a sucesor, Enrique Peña Nieto, es probable que continúe.

Todos los empleados de LyFC pertenecían a la Unión de los electricistas mexicanos o PYME por sus iniciales españolas, uno de un puñado de sindicatos fuertes y realmente independientes en México. No por cierto, también disfrutaron algunos de los mejores salarios y condiciones en el país. Pero la suerte del SME podría no han sido más estrechamente ligado de LyFC, el único empresario de sus miembros.

En un país donde el 10% de la sociedad gana 26 veces la de la parte inferior el 10 por ciento — el país segundo más desigual en la OCDE, un grupo de 34 líderes democráticas economías — los esfuerzos de las PYME para defender los intereses de sus miembros se destacó como un pulgar dolorido.

A diferencia de las PYME, alrededor del 90% de los sindicatos en México firmar "contratos de protección" con la dirección de la empresa. Estos contratos normalmente ofrecen a los trabajadores el salario mínimo legal mientras que no garantiza a los empleadores huelgas ocurrirá.

La mayoría de estos llamados "sindicatos de protección" no carga cuotas y en su lugar está financiada por los empleadores. A menudo los abogados de la empresa y los dirigentes sindicales que les negociación también reciban un corte de empresas agradecidas gustaría evitar tener que las demandas de los trabajadores para un mejor trato de campo.

Vender con pérdidas

Dos personas sosteniendo una bandera mexicana con el logotipo de la empresa eléctrica LyFC durante una protesta en la ciudad de México. (Foto / TemasLemasyDilemas)

LyFC había estado perdiendo dinero durante mucho tiempo, que obliga al Gobierno mexicano a subvencionar la con la melodía de unos 40 billones de pesos ($2,80 billones) un año.

Este fue uno de los principales argumentos ofrecidos por el Gobierno de Calderón para liquidación abrupta de la compañía.

Pero esa explicación sólo plantea más preguntas. LyFC, que sólo electricidad distribuida en lugar de generar realmente, estaba obligado a comprar y vender energía a precios establecidos por la CFE.

LyFC por lo tanto, se vio obligado a vender a sus 5,70 millones residencial, negocios y clientes industriales a un menor precio que paga a las empresas que generaron.

Mientras tanto, la empresa se adeudaba miles de millones de dólares en facturas impagadas remonta tanto como una década, incluyendo grandes clientes industriales, mientras miles, posiblemente millones de conexiones ilegales también lo agobiados y ayudó a impedir que la empresa nunca romper incluso.

Sin embargo, muchos clientes residenciales fueron también harto de frecuentes apagones y tiempos de respuesta lenta de la compañía, mientras los trabajadores de LyFC, defendidos enérgicamente por las PYME, habían adquirido una reputación de ser mimado y sobrepagados.

La LyFC y el SME se convirtió en un blanco fácil para medidas drásticas por parte del Gobierno.

Read more: http://www.voxxi.com/union-workers-for-mexicos-lyfc-electric-company-dismantled/#ixzz21SWDIzJ5

viernes, 20 de julio de 2012

Aniversario Luctuoso de Gral. Pancho Villa

Bomberos españoles protestan por recortes

¿Una Cuarta Vía para la socialdemocracia?



LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA.
El centroizquierda puede empezar a recuperar la hegemonía perdida si hace tres cosas: incorpora nuevos valores, moderniza sus programas y amplia su campo de acción. Pero debe hacerlo en el ámbito internacional

El País - España.
Carlos Mulas-Granados 20 ABR 2012
Vista panorámica de la marcha que recorrió ayer las calles centrales de Valencia, España, contra las medidas de austeridadFoto Reuters

Desde hace tres años, los pensadores y políticos ligados a la Tercera Vía discuten la manera de superar aquel paradigma, ante la convicción de que las victorias electorales sólo llegarán de la mano de una nueva refundación ideológica. Algunos de esos autores han participado en el debate que este diario viene alimentando sobre el futuro de la socialdemocracia, y la realidad es que las aportaciones se están multiplicando desde que los progresistas están en la oposición en la gran mayoría de las democracias avanzadas. De momento, predominan los diagnósticos y escasean las nuevas ideas. Así que, aun a riesgo de ser criticado, optaré en este artículo por exponer los elementos que en mi opinión podrían empezar a formar parte de una Cuarta Vía para la socialdemocracia.

Comencemos por el punto de referencia: la Tercera Vía fue una evolución ideológica de la izquierda que en los años 90 obtuvo sucesivas victorias electorales, con propuestas que adaptaron el programa progresista excesivamente dependiente del Estado a la globalización económica y al individualismo social. Aquella opción supuso una alternativa real al socialismo del siglo XIX y la socialdemocracia de mediados del XX, aunque también tuvo sus detractores porque se movía aún más al centro, se acercaba a los mercados y abogaba por reformar el Estado sin prejuicios. Su máxima era que había que actualizar los medios de forma permanente para conseguir los fines de las fuerzas progresistas en un entorno que ahora cambia a toda velocidad. La apuesta estuvo bien, y esa lógica sigue vigente, pero su capacidad transformadora fue limitada y la crisis financiera terminó definitivamente con algunos de sus mejores discípulos. Desde entonces, la necesidad de renovación ideológica de la izquierda es aún más profunda, y creo que la socialdemocracia puede entrar en una cuarta fase hegemónica si hace tres cosas: incorpora nuevos valores, moderniza sus programas y amplia su campo de acción.

En relación con los valores, la preferencia de los socialdemócratas por la igualdad, como mejor garantía para el disfrute pleno de la libertad individual ha de ser complementada. La igualdad y la solidaridad entre personas distintas se está debilitando con la modernidad, y por eso hay que hacer un nuevo esfuerzo por vincularla más a la condición humana que todos compartimos y menos a la clase social a la que pertenecemos. Al difuminarse la frontera entre asalariados y autoempleados, entre ejecutivos y accionistas, o entre emprendedores y empresarios, la empatía no puede construirse sobre la base de lo que cada uno hacemos (porque eso varía con el tiempo) sino sobre la base de lo que somos y sobre la aspiración compartida de un futuro mejor. Por tanto, el humanismo y la sostenibilidad deben colocarse de nuevo en el centro del esquema de valores progresista.

El humanismo y la sostenibilidad deben colocarse en el centro de los valores progresistas

Respecto a los programas, estoy convencido de que los progresistas no recuperarán su credibilidad como gestores políticos si no son capaces de poner sobre la mesa un paradigma socioeconómico distinto. Y no debe ser una utopía irrealizable. La gente va a seguir respondiendo a incentivos económicos, y va a preferir lo barato frente a lo caro, acumular frente a pedir. Por ello, ese nuevo paradigma debe ser tan eficaz como el actual en la generación de bienestar material, pero más solvente a la hora de proporcionar felicidad, sostenibilidad y estabilidad. El modo actual de producción y consumo de bienes y servicios tiene tres problemas: genera residuos, genera pobreza y genera burbujas. Y los remedios que se han venido intentando ex post para resolverlos (como el reciclaje, la redistribución o la reestructuración) terminan siendo a veces ineficaces y casi siempre muy caros. Por tanto, la nueva economía tiene que abordar estos problemas ex ante, convirtiendo las industrias medioambientales y sociales en motores mismos del proceso productivo, con capacidad para generar bienes deseados por la población, que se puedan comprar y vender: los coches eléctricos o las escuelas infantiles son dos buenos ejemplos en esa dirección.

Junto a un nuevo paradigma económico, la socialdemocracia de cuarta generación tiene que proponer un nuevo tipo de sociedad, donde la dicotomía entre Estado y mercado no lo ocupe todo, y donde el espacio para los compromisos de los ciudadanos con su espacio comunitario sea mucho mayor. Esa debería ser una sociedad en la que clasificar a los individuos en función de tipologías sería mucho más complicado: los parados podrían combinar prestaciones con empleos en prácticas; los pensionistas podrían realizar actividades productivas; y los estudiantes podrían trabajar por horas, y viceversa. En esa sociedad, las acciones individuales positivas para la comunidad, como el voluntariado, la donación o el asociacionismo podrían sumar puntos en un carnet de ciudadanía. Y en todo caso, la lógica que movería ese tipo de sociedad híbrida sería la voluntad de generar oportunidades permanentes de superación personal para todos sus integrantes. La creación de un fondo para la igualdad de oportunidades recurrentes, que en unas semanas presentará la Fundación Ideas, podría ser una buena iniciativa en esa dirección.

Por último, me referiré a lo que considero el punto más importante de esta cuarta vía socialdemócrata, la internacionalización de su ámbito de acción. El abandono del Estado-nación, la creación de una democracia global, el establecimiento de un gobierno para la economía internacionalizada y la introducción de una administración compartida para los bienes públicos globales, deben dejar de ser asuntos marginales de la agenda progresista, para convertirse en su apuesta principal. Al mismo tiempo, la globalización de la democracia será insuficiente, si no se profundiza y mejora su funcionamiento. Por ello, me parece fundamental complementar la clásica división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) que ordena la arquitectura institucional de los Estados modernos con la incorporación del poder mediático y el poder financiero. La financiarización de la política o la mediatización de la justicia, son problemas en los que no pensaron los ilustrados del siglo XVIII, pero que deben abordarse sin dilación. Si de verdad aspiramos a mejorar la forma en la que gobernamos nuestras sociedades, esos dos poderes tienen que integrarse plenamente en el sistema en que ya están integrados los otros tres poderes democráticos.

Es necesario un nuevo tipo de sociedad donde la dicotomía entre Estado y mercado no lo ocupe todo

En definitiva, creo que hay más elementos para avanzar hacia una Cuarta Vía de la socialdemocracia que los que motivaron el surgimiento de la Tercera Vía. Esa evolución no consistiría en una decisión sobre si girar al centro o a la izquierda, sino en apostar por dar un salto hacia adelante. Sería una apuesta radical de progreso, en el sentido estricto de superar los intereses creados, los prejuicios establecidos y asumiendo el riesgo de avanzar y rectificar cuando sea necesario.

Esa Cuarta Vía sumaría a los valores de libertad e igualdad el de la sostenibilidad; complementaría la aspiración de bienestar material con la felicidad que provoca la calidad medioambiental y la seguridad que garantiza la cohesión social. En términos prácticos, los programas electorales de los partidos que apostaran por esta opción ofrecerían un programa económico distinto al de la derecha liberal. Un programa en el que el impulso a sectores innovadores como las energías renovables, la biotecnología, las industrias culturales o las industrias sociales se convertirían en motores mismos del nuevo modelo de crecimiento. Un programa que renovaría los instrumentos tradicionales del Estado de bienestar para pasar de re-distribuir rentas a pre-distribuir oportunidades a lo largo de todo el ciclo vital de los ciudadanos. Y un programa que, en último caso, aspiraría a tener el apoyo de electores cosmopolitas de distintas procedencias pero identificados todos ellos entre sí por su compromiso humanista.

En definitiva, puede que la crisis no sirva para refundar el capitalismo, pero si sirve para refundar la socialdemocracia, habremos llegado al mismo lugar por un camino distinto.

Carlos Mulas-Granados es director de la Fundación Ideas y profesor titular de la Universidad Complutense. http://www.carlosmulasgranados.com/

miércoles, 18 de julio de 2012

¿Qué es el anarquismo? 1ª Parte

¿Qué es el anarquismo? 2ª Parte

Su apellido es ‘Crisis’


La Jornada.
Alejandro Nadal
Miércoles 18 de julio de 2012

¿Cuándo fue la última vez que una economía capitalista se mantuvo en expansión y en armonía social? Parece que hay que hacer un buen ejercicio de memoria porque no es fácil recordar semejante episodio de placidez. Y sin embargo, en el imaginario social perdura la creencia de que en una época perdida que habría que recuperar, el capitalismo pudo hacer entrega de buenos resultados. Quizás el anhelo profundo del ser humano es ese mundo de paz, bienestar y justicia. Pero esa aspiración no significa que ese mundo anhelado sea posible bajo la feroz regla del capital.

La historia del capitalismo revela un proceso de continua expansión y eso ha sido interpretado como señal de éxito. En esa misma historia hay una nutrida sucesión de episodios de contracción y descalabro. Es como si la crisis incesante fuera el estado natural del capitalismo.

La lista de crisis y dislocaciones traumáticas en la marcha del capitalismo es densa. En ella se entrelazan la especulación financiera, la caída en la demanda agregada provocada por recortes salariales, el exceso de capacidad instalada y, por supuesto, las expectativas optimistas de los inversionistas que fueron una y otra vez desmentidas por el mercado. En varios momentos los límites a la acumulación de capital condujeron a confrontaciones inter-imperialistas y a políticas de colonización que buscaban superar esas limitaciones. En todos estos casos la secuela de desempleo y empobrecimiento, destrucción y guerras dejó cicatrices sombrías.

El mítico periodo glorioso del capital es algo endeble. Hagamos abstracción de las crisis de siglos anteriores, como la de la South Sea Company inglesa (1720) o las del siglo XIX: la depresión post-napoleónica, la crisis de 1837 en Estados Unidos, la de 1847, las de 1857 y 1873-96 (llamada la ‘Larga Depresión’). Pasemos al siglo XX.

En 1907 explota una feroz crisis en Nueva York que amenaza todo el sistema bancario y desemboca en la creación de la Reserva Federal. En 1920-21 se presenta una crisis deflacionaria que precedió a la Gran Depresión. Ésta dejó una huella profunda en la historia económica y política de la primera mitad del siglo.

Después de la Segunda Guerra viene la llamada “época dorada” de expansión capitalista. Esa fase (1947-1970) estuvo sostenida por circunstancias excepcionales e insostenibles: la demanda de la reconstrucción post bellum y del consumo postergado desde la crisis de 1929. La era dorada duró poco: a fines de los sesenta comienza el agotamiento de oportunidades rentables para la inversión. En 1973 concluye el crecimiento de los salarios y arranca la crisis de estancamiento con inflación, misma que desemboca en el alza brutal de las tasas de interés y desencadena la crisis de los años 80 a escala mundial. En América Latina nos acostumbramos a decir “la década perdida” de los 80. Olvidamos que en los países centrales la crisis se había gestado precisamente en la “era dorada”. La crisis de los 80 le pega a todo el mundo.

A finales de los 70 estalla la crisis de las cajas de ahorro y crédito en Estados Unidos. El costo fue enorme y los efectos se prolongaron a lo largo de 10 años hasta que en 1987 sobrevino el Lunes Negro. Durante los años 90 la economía estadunidense experimenta un episodio de bonanza artificial y hasta las finanzas públicas alcanzan a tener un superávit. Mientras en Estados Unidos se está gestando la burbuja de las empresas de ‘alta tecnología’, en el resto del mundo se presenta una nutrida serie de crisis: México, Tailandia y el sudeste asiático, Rusia, Turquía, Brasil. Para cuando los atentados del 9-11 la recesión ya tenía dos años de golpear en Estados Unidos.

No hay pausa para respirar. El capitalismo vive a través de mutaciones patógenas continuas. Es como si se tratara de un enfermo que en momentos de aparente buena salud estuviera preparando los momentos de graves convulsiones.

No hay que caer en una visión reduccionista. No todas las crisis son iguales, ni tuvieron las mismas causas. El desarrollo del capitalismo es un proceso contradictorio y por ello ha tenido fases de relativa prosperidad. Precisamente en esas etapas de estabilidad se gestan las mutaciones que conducen a más crisis.

El análisis de corte marxista ofrece las perspectivas más ricas para el análisis teórico de la crisis como esencia del capital. Pero hasta en una disposición reformista, à la Keynes, es fácil observar que la crisis es el apellido del capitalismo: no existe un mecanismo de ajuste que permita solucionar el problema de la inestabilidad de las funciones de inversión y de preferencia de liquidez en una economía monetaria de tal manera que se alcance una situación de pleno empleo. El punto es este: no es que no funcione el mecanismo, sino que no existe.

Definitivamente, la visión ingenua sobre el capitalismo debe ir a reposar en el museo de los mitos curiosos. Se desprende una importante tarea política e histórica para la izquierda, la única fuerza capaz de cuestionar las bases del capitalismo.

Debate por la modernidad


La Jornada.
Luis Linares Zapata
Miércoles 18 de julio de 2012

Las maniobras del aparato de comunicación colectiva del país no intentan clarificar los referentes del debate nacional, sino asentar un mediocre concepto de modernidad. Se pretende desviar la atención para imponer, como visión dominante, masivos intereses grupales. Una operación orquestada desde antes de la elección y prolongada a posteriori. El esfuerzo llevado a cabo por los grandes sectores de presión, sus partidos políticos y amanuenses mediáticos, estuvo dirigido, de manera compulsiva y abrumadora, a combatir las pretensiones de la izquierda para llegar al poder. Se resistieron con eficacia a que los ciudadanos eligieran, con informada libertad, los cambios que el modelo de gobierno en boga requiere con urgente justicia. Al parejo acentuaron, con todos los instrumentos mercadológicos a su alcance, en especial los difusivos, los rasgos seductores de una imagen sugerente, jovial y tranquila: era indetenible, proclamaron por todos los confines. Y cuando sospecharon que los trabajos no serían suficientes para soldar sus ambiciones, echaron mano del enorme catálogo de las malas artes: la compra de votos, el dispendio y la coacción a los votantes.

Pasada la votación, promotores y convenencieros comunicadores han cerrado filas con su acariciado proyecto que, afirman basados en los conteos oficiales, fue el indiscutible ganador. Lo hacen con beligerancia no exenta de rencor y amenazas latentes. Reinciden en manosear los términos, los contenidos y referentes del debate real para trocarlo en la simple querella de un conocido rijoso. De esta manera, lo que fue la disyuntiva entre la continuidad y el cambio verdadero involucionó en una transición sin sobresaltos. Sin embargo, el temor por lo desconocido, por lo incontrolable, se hizo presente: más vale ladrón y autoritario conocido que populista terco e iluminado por sufrir. Ahora se discute, con malabarismos retóricos, que lo importante, la esencia de la democracia, es la valentía para reconocer la derrota frente al ganador. Y de este último se predica, a renglón seguido, su generosidad para dar cabida a la disidencia. El intercambio de posturas, se afirma, es el motor que lleva, de la competencia a la legitimidad. Un simple aunque difícil rejuego de contrarios. Lejos, casi perdidos en lontananza, van quedando asuntos cruciales, como la legalidad mancillada, la torcida equidad entre contendientes, la deshonestidad tapada con cinismo, el retórico llamado a la pluralidad. El factor causante de la división social, del encono, de la polarización deviene de no aceptar el segundo lugar conseguido. Trampear la voluntad ciudadana para dar, de nueva cuenta, vigencia a los privilegios cupulares los tiene sin cuidado, simplemente es un asunto soslayado por su poco impacto en la vida organizada. La opinocracia no ensalza directamente a Peña Nieto; cree, de esa indirecta manera, conservar el recato, la objetividad, disfrazar su completa subordinación que, en variadas ocasiones, llega a ser abyecta.

Las prisas por dirimir la incertidumbre que se ha introducido con los reclamos y alegatos de AMLO por la validez de la elección se tornan, para la opinocracia, en cuestión espinosa, exasperante en extremo. Se le exige rendición incondicional: la agraviada voz de la plaza no cuenta, las denuncias sólo se aceptan si son probadas exhaustivamente ante una norma escrita citada con parcialidad y sujeta a interpretaciones convenencieras, eso es lo determinante. Poco importa que las deformaciones previas a la votación la tornen irreconocible, turbia, nebulosa. El pasado quedó sellado, dicen con vehemencia; el tedioso conteo terminó; hay que dar vuelta a la hoja. Ahora lo trascendente es el futuro y con Peña Nieto en la conducción se habrá de quedar fuera de todo temor. El acento, de manera compulsiva, se pone en el rebelde; el mal perdedor es quien desinfla el panorama ansiado. Ese personaje, el que no acepta su fracaso, es el culpable del atraso democrático y no quien o quienes asaltaron a votantes y urnas. Sólo él puede finiquitar la angustia y dar paso a la normalidad. De no plegarse al consagrado dueto triunfo-derrota, sin mediar condiciones imperantes, será tachado de insurrecto, de inconsciente, de irresponsable político que toma a la nación como su rehén.

Bien se sabe que reconocer al vencedor no es someterse con prontitud acrítica o servicial a la beatitud del rival. El reconocimiento no es el vehículo por antonomasia de la legitimidad. Ésta es una derivada del apego a la ley antes, durante la campaña, el día de la votación y también después de cumplir los trámites subsiguientes. Los mensajes de felicitación y las congratulaciones por el triunfo, llegados con premura desde fuera, poco abonan a la rectitud procesal, pero, por la costumbre y peso del factor externo, se suman para solidificar el hecho consumado. Lo que en verdad cuenta para afianzar la legitimidad es el recorrido de los penosos escalones certificando la transparencia con apego al derecho y sobre todo a la justicia. La certeza de todos en la validez de los votos emitidos es piedra angular. Para esto se requiere de jueces, de tribunales independientes que cumplan con su deber y no se escuden en recovecos para esquivar su responsabilidad, que es mayúscula.

El momento y las circunstancias por las que atraviesa el país son delicados. A la inseguridad y violencia subyacente, herencia del régimen moribundo, deben adicionarse varios otros peligros. Uno mayúsculo, pero en marcha, sería el ninguneo de la movilización juvenil y, peor aún, su eventual estigmatización como insustancial o manipulada. La deformación estructural de la convivencia que acarrea contradicciones evidentes entre grupos, regiones y clases sociales es un pendiente básico. Los huecos, chipotes y debilidades del aparato productivo se taparán de nueva cuenta. La política económica, dominada por el financierismo continuará rigiendo sin cortapisas. Las reformas llamadas estructurales (laboral, fiscal: IVA generalizado) no forman la agenda de soluciones reales, son, eso sí, las querencias de algunos capitostes para acrecentar sus riquezas y poder. De ahí el imperativo llamado para llevarlas a término aun atropellando la equidad y la buena voluntad popular que no les dio tal mandato.

lunes, 9 de julio de 2012

Paisaje tras las elecciones


La Jornada.
León Bendesky
Lunes 9 de julio de 2012

El proceso electoral que terminó el primero de julio fue controvertido. Las circunstancias son bien conocidas y han sido ampliamente debatidas. Pero la elección, legalmente, aún no está concluida. Que se impugnen los resultados es un derecho amparado por la ley; que lo haga AMLO, es para muchos motivo de crítica. Que acepte, dicen, los resultados y admita su derrota. Para eso hay tiempo, no es necesario excitarse.

Dicen los expertos en estos temas que el hecho de que se gaste en demasía en las elecciones, que se compren votos, que haya trampas ocurre en todas partes. Pues sí, así debe ser, pero nosotros vivimos aquí, en un entorno específico, con nuestras propias taras y virtudes y, cómo olvidarlo, con nuestra propia historia: la larga y la reciente. Siquiera eso que nos concedan dichos expertos, o ¿será que su dominio de la ciencia política no les alcanza para más?

Que la izquierda partidista no sabe escoger buenos candidatos dicen otros. Y, sí, en efecto, AMLO no es un tipo bonito, fotogénico y cumplidamente armado por la televisión y los medios impresos. No es un buen producto. Es como es y punto, lo que no equivale a decir que es un político vacío y descocado, sino más bien a contrapelo. Después de todo obtuvo 32 por ciento de los votos frente a 38 del virtual ganador y sólo 25 de la candidata del partido en el gobierno. Lo menos que se puede decir, entonces, es que el electorado está muy dividido. Queda, eso sí, la forma en que actúan los partidos de la denominada izquierda, cuando gobiernan y cuando se acomodan a las rentas del presupuesto.

Muchos intelectuales apoyaron abiertamente la candidatura del PRI, están en su derecho por supuesto y sus razones tendrán, sean por el interés de la nación o por los propios, eso es irrelevante. Pero habrán de admitir que muchos mexicanos no comparten su entusiasmo y ven con grandes sospechas o, más bien, con mucha incredulidad y desazón, la vuelta del PRI al poder.

Esta restauración no puede sustentarse en la afirmación de que ese partido se ha transformado para guiar al país por la senda del progreso y la concordia social. No hay evidencia de modernización en su discurso, en sus prácticas y su código genético. No se trata, debemos suponer, de magia o fe, pues de ser así se estaría más cerca del mesianismo que tanto critican. Es un retorno “conveniente”.

Detrás de las caras “nuevas”– que la verdad no lo son tanto–, están los mismos personajes de siempre, con idénticas costumbres y con la misma estructura interna de funcionamiento y redes de poder. Se sabe quiénes son y cual es su rastro. En todo caso la exigencia de la prueba quedaría enteramente de su lado.

De mucha de la prensa, la que se hace por televisión, radio y por escrito, la imagen que queda es en verdad muy pobre. Un caso medular, aunque no único es el manejo y la utilización burda de las encuestas; Milenio se lleva las palmas en el competido premio por desfachatez. La manipulación alcanzó nuevos niveles en este terreno, además de los otros, más convencionales y que tan bien se practican en el país. Así, la aclaración del caso Soriana y su entramado, por ejemplo, no debería quedar sin investigarse, aunque cabe esperar más de la impunidad corriente en este país.

Los días que siguen son de relevancia para reordenar la vida colectiva en México. Las formas y el fondo con el que se tratan los asuntos políticos no podrán separarse sin el riesgo de provocar hondas y costosas fisuras y que, al parecer, se toleran ya con menos resignación por la gente. Quien gobierne tendrá que hacerse cargo de esas fracturas o hacer algo por alcanzar una legitimidad sostenible sin recurrir a un autoritarismo fuera de tono y de tino. La inconformidad de una parte grande de la sociedad se manifiesta abiertamente, otra se incuba de modo más callado.

De la supuesta capacidad de un liderazgo del PRI para renovar las pautas del crecimiento y del bienestar es sólo eso, un supuesto. Tal cosa no se resuelve con discursos que en la campaña fueron un conjunto de declaraciones más bien vacías de contenido. En este campo el contraste con las otras propuestas es frontal y, por eso, incómodo para los intereses políticos y económicos dominantes.

Esos mismos intelectuales que apoyaron abiertamente al PRI en las elecciones han argumentado que México tiene todos los elementos para desbordarse en una era de progreso. Esto hay que matizarlo, ponderarlo y ponerlo en el marco de las posibilidades efectivas de modificación de los patrones de funcionamiento que están muy bien asentados; el inventario es conocido. Pero por arrebato y optimismo no cejan. Otra vez hay muchas dudas acerca de que el retrono del PRI, con sus propias rigideces internas y modos de hacer política, acomode las condiciones necesarias para que tal cosa ocurra.

Pero no es un asunto de voluntades o, incluso, de la supuesta capacidad de administrar las cosas públicas una vez que el PAN desaprovechó su oportunidad y que haya entre sus huestes quienes se han convertido al nuevo priísmo.

El capitalismo está mudando en el marco de la fuerte crisis de los países centrales. En Estados Unidos y Europa la economía está tumbada, los bancos dañados y la sociedad debilitada. No se puede esperar un crecimiento que jale al resto del mundo. Los ajustes serán significativos en los próximos años, sobre todo ante las resistencias de los esquemas aún vigentes. Habrá que replantear cómo se gobierna.