martes, 12 de abril de 2011

La sorpresita


Sergio Sarmiento
Periodista y Analista P´olítico
11-04-2011

Distrito Federal— Ya lo había advertido Martín Esparza, secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME): a partir de este lunes 11 de marzo se reanudarían las manifestaciones de su organización y con mayor fuerza que nunca. De hecho, señaló que habría una sorpresita para los ciudadanos.

La sorpresita fue la violencia. Un grupo pequeño, quizá de un millar de activistas del SME, pero muy agresivo, cercó las instalaciones de la extinta Luz y Fuerza del Centro en avenida Marina Nacional. Los manifestantes quemaron varios automóviles e impidieron a los bomberos apagar el fuego. También arrojaron piedras sobre vehículos que circulaban por circuito interior y golpearon a reporteros que cubrían los hechos.

Como es usual en estos casos, las autoridades perredistas del Distrito Federal se lavaron las manos. Grupos de granaderos rodearon el lugar, pero no actuaron ante los actos de violencia del SME.

“No es un problema de la ciudad, es un problema federal –dijo Luis Rosales Gamboa, subsecretario central de tránsito de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, repitiendo un refrán muchas veces empleado por las autoridades capitalinas para explicar su falta de acción ante las agresiones del SME a los ciudadanos. La línea de explicación viene de arriba, de la jefatura de Gobierno que encabeza Marcelo Ebrard, quien me imagino piensa que de esta manera puede fortalecer sus aspiraciones a la Presidencia de la República.

Las agresiones fueron generalizadas. Aun cuando el subsecretario Rosales dijo en una entrevista con Radio Red que era falso que se estuviera atacando a automovilistas, un radioescucha, Alberto Pérez de Azcapotzalco, llamó a la misma emisora para denunciar: “Yo iba por dentro (del Circuito Interior). Comenzaron a aventar piedras. Le pegaron al toldo de mi carro. Está abollado. Ahora ¿quién me paga esto?”

A Jorge Ramos López, un fotógrafo independiente, le rompieron la nariz y también su cámara. Juan Carlos Santoyo de Radio Fórmula fue golpeado y pateado; los militantes del SME le robaron, además, su cartera y celular. El periódico La Jornada reportó también la agresión a uno de sus fotógrafos, Marco Peláez. Muchos otros reporteros fueron amenazados. La policía capitalina reportó siete heridos en total.

A su paso por las calles los manifestantes agredían verbalmente a las mujeres. La ley de la turba se imponía. Ante la pasividad de la policía, los manifestantes obtienen el monopolio del uso de la fuerza.

El jefe de Gobierno Ebrard ha mantenido, como Andrés Manuel López Obrador, un pacto político con el SME. Su esperanza es que el movimiento que mantiene este sindicato debilite al PAN y al Gobierno Federal y fortalezca las aspiraciones del PRD para conquistar el poder en el Estado de México y a nivel federal.

Pero la apuesta es muy riesgosa. Ya en una ocasión Ebrard tuvo que negociar con los líderes del SME para que éstos suspendieran las manifestaciones y bloqueos cotidianos en el centro de la ciudad. Las encuestas de opinión señalaban que las molestias de los ciudadanos, lejos de afectar al PAN y al gobierno federal, dañaban al PRD y al gobierno capitalino. La reiteración de la frase de que éste es un problema del Gobierno Federal no parece ya convencer a los ciudadanos.

Las cosas van a ponerse peor antes de mejorar. Conforme se acerquen las elecciones presidenciales de 2012 se incrementará el número y la violencia de las manifestaciones. Las sorpresitas se harán cada vez más numerosas. Y lo peor de todo es que la policía en la Ciudad de México sólo intervendrá cuando esto convenga a los intereses políticos de Marcelo Ebrard.